viernes, 11 de diciembre de 2009

El problema del "YO".

Tratar el “yo” como algo impersonal, como una simple unión de dos letras, en representación abstracta de una realidad más abstracta si cabe, frente a una realidad a la cual no podemos arrancar lo humano.
El “yo”, una “y” seguida de una “o” que significan todo y no significan nada, que de una boca a otra pierden todo el sentido. Nada más que lenguaje.
Desde mi punto de vista, el intento de universalizar el “yo” es absurdo. Es una simple convención, una manera de hacer referencia al sujeto que lleva a cabo la acción. Yo, puede significar lo mismo que tú o él. Pero si nos paramos a pensar, deberíamos darnos cuenta de que sí, tal vez esos pronombres hagan referencia a un mismo sujeto físico, pero probablemente no perciban la realidad de la misma manera.
Yo, siendo consciente de mis circunstancias, de todo lo vivido y por vivir, y de una forma totalmente subjetiva, puedo pensar que soy una persona simpática. Sin embargo, mi vecino, aquel al que un día me encontré estando de mal humor, estresada y cansada, y evité saludar, seguramente pensará que soy una persona cuanto menos, antipática. Hablamos del mismo objeto físico, pero sin duda, lo percibimos de forma diferente. El yo como expresión de la persona pensante y de lo pensado por esta no se puede acotar. Nunca se podrá decir va desde este punto y llega hasta aquí, el ser humano es un ser cambiante, nunca para, nunca mantiene su estado constante, por ello tratar de definir el yo, incluso un yo individual, es utópico.

¿Existe realmente una esencia primigenia del yo?
Considerando esta esencia como punto común de partida de todos los individuos representados bajo la voz de “yo” deberíamos considerar que no es viable definirla. Al menos la existencia no depende de ella. La esencia, reducida a lo más puro, no tendría valor real. Lo que constituye el yo es la experiencia que lo moldea, hablando del yo como individuo. Un individuo que es, que se constituye con y contra los demás, inmerso en un entorno. Cada “yo” lleva consigo una experiencia, que no podemos omitir.

Como diría J. Ortega y Gasset: “Yo, soy yo y mis circunstancias.”

El individuo físico, su pensamiento, su actuación y lo que le rodea conforman una persona. Sería difícil hablar de alguien sin hacer referencia a su vida o su manera de actuar frente al mundo. No somos sólo lo que pensamos o cómo lo pensamos. Somos interactuación, somos vida en cambio constante, influidos e influyentes; esto no se puede cambiar, cada cosa que hacemos forma parte de nosotros de ese “yo persona” no nouménico.
Podemos hacer una introspección, pensar sobre lo que pensamos, y de qué modo, tratar de descifrar un yo esencial, pero seremos incapaces de separar por completo lo noúmeno de lo fenoménico.

Si de todo lo leído en el libro “Eso que somos”, he de elegir un fragmento, una frase que me parece contundente, y real por encima de todas me quedo con esta:

“El hombre es el ser natural que supera constantemente la condición en la que aparece, al mismo tiempo que esa condición es parte de su acción. Es imposible comprender al hombre fuera de su historia.” ["Eso que somos" Agustín González]

El hombre es cambio, derrota y superación, construcción y destrucción de sí mismo y de su entorno, progreso y pasos atrás, es todo lo que hace, cómo lo hace y para qué.


 

Cristina Gallo
Barcelona, diciembre de 2009.